Aunque
se desconoce con precisión cuando se inventó el juego y las mesas de billar,
todo parece a puntar a que el origen del billar, tal y como hoy la conocemos,
no aparece hasta el siglo XV. El lugar de la invención parece ser la corte
francesa donde por primera vez se cita la palabra billard, en el siglo
XIV, con el significado de bola derivando del vocablo bille (pieza
de madera, fragmento de tronco, en francés) y donde también se habla de unos
palos curvados para empujar las bolas similares a los palos de golf.
Se
supone que el billar es una evolución de una serie de juegos de exterior
llamado billares de suelo, a los que era muy aficionada la nobleza
europea, en los que se empujaban bolas de madera con unos palos curvos: baliyard
en Inglaterra, vilorta en España, biglia en
Italia y lihard en Francia. Para poder jugar
en jornadas lluviosas se inventó una versión de
interior de dichos juegos: el billar, en la que, a falta de espacio para
lanzar las bolas, se le dotó de unos palos con los que propulsaban las mismas.
La
primera mesa de billar que se conoce procede de la corte del rey Luis XI de
Francia (1461-1483). Su confección se debe al ebanista Henri de Vigne
quien en 1469 fabricó la primera mesa de billar que se conoce para ser
instalada en el palacio real de La Bastilla en París. Esta mesa de billar medía
8 pies de largo y 4 de ancho y pesaba 618 libras; un paño de
tela de Elbeuf, posiblemente teñido de verde para simular la hierba, recubría
una losa de piedra con un agujero en el centro; por último, unos bordes de
madera delimitaban el campo de juego.
El
juego y las mesas de billar
evolucionaron desde ese momento. En ocasiones se pondría césped sobre la mesa y
las bolas en vez de madera también se fabricaron con marfil. El juego se
popularizó entre la nobleza francesa y posteriormente entre las clases más
bajas. Ya entre los años 1550 y 1630 existían entre 120 y 150 mesas de billar
en París con longitudes de entre 6 y 12 pies lo cual incremento la sociabilidad del juego.
DE LOS NOBLES SALONES A LOS BOLICHES
En el siglo XV aparece
el billar tal y como se práctica en la actualidad, en una mesa delimitada por
bandas. Los miembros de la realeza se aficionaron a este juego de precisión que
se realizaba en lujosos salones y en un ambiente distinguido. Hay dos versiones
sobre su origen exacto: los franceses afirman que la palabra bille (que
significa bola) es el término que le da nombre, mientras los ingleses defienden
la tesis de que su creador fue alguien llamado Bill Yard.
Existen referencias historicas que señalan que la primera mesa de billar que llegó al continente americano la
introdujeron los españoles en el siglo XVl, concretamente en Florida.
Algunos historiadores
afirman que en el siglo XVll los grandes billaristas de la corte francesa enseñaban
a los reyes e incluso se dejaban ganar por ellos para obtener algún favor. También se afirma que el
color del paño simulaba el verde del pasto, las bandas eran de
caucho y los tacos de madera. Se cuenta que en 1807 un capitán del ejército
de Napoleón llamado Mingaud tuvo la idea de colocar un trocito de cuero
en el extremo del taco y en su honor la bola roja se llama mingo o minguito en
la modalidad de carambola (popularmente en algunos países de latinoamérica
se denomina chico).
Con esta pequeña invención
ya era posible dar más efecto a las bolas, de tal manera que el juego se
convirtió en algo mucho más atractivo, pues las leyes del movimiento juegan un
papel fundamental. Lo curioso de la idea de Mingaud es que fue concebida
durante su estancia en prisión, donde había una mesa de billar para que los
presos pudieran pasar sus horas de ocio.
Otra de las novedades técnicas
que posteriormente se introdujo fue la tiza para el cuero, algo que se atribuye
al inglés John Carr. A principios del siglo XlX las mesas eran de mármol, pero
fueron sustituidas por las de pizarra, que favorecía el deslizamiento de la
bolas y evitaba el efecto negativo de la humedad, un aspecto que los
billaristas tienen muy en cuenta.
A final del siglo XVlll
apareció en Estados Unidos (concretamente en la ciudad de Nueva Orleans) una
modalidad diferente, el pool o billar americano. En sus distintas versiones ha
sido un juego muy apreciado por algunos personajes históricos (Napoleón Bonaparte y Josefina,
Eduardo Vll, el monarca español Alfonso Xlll o el presidente de EEUU Abraham
Lincoln)
En 1835 el francés Gaspar Gustave
Coriolis escribió
un tratado sobre los aspectos técnicos del billar y diez años antes en Gran
Bretaña se celebró la primera competición oficial.
En la literatura, a
principios del siglo XVll William Shakespeare atribuye su afición por este
juego a Cleopatra en su obra "Antonio y Cleopatra". En la gran
pantalla también se han contado historias ambientadas en el billar: "Siete
mesas de billar francés", "El color del dinero" del célebre
director Martin Scorsese o "El buscavidas", un clásico de los 60
protagonizada por Paul Newman.
A lo largo de su
historia, el billar ha tenido tres contextos muy diferentes: los salones de la
realeza, los clubes, garitos y boliches y los recintos deportivos donde se realizan
las distintas competiciones
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